¿Cómo seleccionar o crear una intervención eficaz? La taxonomía de Fuchs

Julia Hernández—

La investigación nos indica que entre el 5% y el 10% del alumnado precisa de intervenciones intensivas (O’Connor & Fuchs, 2013). Esto quiere decir que los profesionales de educación especial deben ser capaces de identificar, seleccionar y diseñar intervenciones específicas que respondan a este alumnado, así como las herramientas necesarias para realizar el seguimiento que garantice la eficacia de las mismas. Para ello, podemos recurrir a taxonomías como la de Fuchs et al. (2017), que nos señalan aquellos aspectos determinantes que deben incluir estas intervenciones. Analicemos cada una de las siete dimensiones propuestas por estos investigadores.
1.Fuerza
La fuerza de la intervención hace referencia a su eficacia en términos de tamaño del efecto. El tamaño del efecto es la medida estadística que nos indica la magnitud de la diferencia entre las puntuaciones obtenidas por el grupo que ha recibido la intervención y el grupo que no la ha recibido. En el ámbito educativo se considera, generalmente, que una intervención es eficaz si presenta un tamaño del efecto superior a 0,25. Si presenta un tamaño del efecto entre el 0,35 y el 0,40 se considerarán de eficacia moderada y, elevada a partir de 0,50 (Fuchs et al., 2017). Este valor se calcula de forma estadística y aparecerá en los artículos científicos que validan las intervenciones. También se puede calcular para una intervención propia, siempre que se siga un procedimiento científico riguroso.
2. Dosis
La dosis se refiere al número de oportunidades que tiene el alumno para responder y recibir una retroalimentación correctiva. Sabemos que las intervenciones educativas resultan más eficaces cuando el alumno es capaz de poner en práctica la habilidad trabajada y recibir un feedback inmediato. Los niños a los que se dirigen estas intervenciones suelen presentar dificultades de aprendizaje, trastornos específicos o limitaciones cognitivas, por lo que necesitarán un número mayor de interacciones correctivas que los niños que no las presentan. Es por ello que resulta esencial escoger o diseñar intervenciones que cuenten con una alta tasa de oportunidades de práctica y corrección.
3. Alineación
La alineación incluye varios aspectos:
- El abordaje específico de todas las habilidades académicas en las que el alumno presenta el déficit.
- El no-abordaje de otras habilidades con las que el alumno ya cuenta.
- El abordaje de aspectos relacionados con los contenidos curriculares del nivel educativo en el que se encuentra el alumno.
Es por ello que se valorará, en la selección o diseño de la intervención, que esta aborde todas las habilidades que el niño no posee, sin pararse en otras que sí domina y poniendo especial atención en aquellas que trabaja simultáneamente a nivel curricular en el aula ordinaria.
4. Transferencia
La transferencia hace referencia a la capacidad de la intervención de ayudar al alumnado a transferir las habilidades aprendidas a otros formatos y contextos. Esta dimensión responde a la dificultad manifiesta del alumnado con dificultades de aprendizaje en la transferencia de los aprendizajes realizados en un contexto, a otros.
Es por ello que al seleccionar la intervención o al diseñarla, se deberán establecer procedimientos y mecanismos explícitos para favorecer esa generalización de aprendizajes.
5. Comprensividad
Entendemos por comprensividad la inclusión de los principios de instrucción explícita que se han demostrado útiles en la enseñanza a alumnos con dificultades de aprendizaje. Por ello, buscaremos o diseñaremos intervenciones que incluyan el mayor número posible de los siguientes principios:
- Lenguaje simple y directo en la instrucción
- Modelado de estrategias eficaces
- Consideración de conocimientos previos
- Desvanecimiento progresivo de los apoyos
- Provisión de práctica
- Repasos sistemáticos acumulativos
6. Apoyo conductual
Los programas de intervención deberán contar con estrategias de apoyo conductual que ayuden al alumnado a perseverar a pesar de las dificultades y trabajar de forma eficaz. Este dominio responde a la propensión del alumnado con dificultades académicas severas a presentar problemas de atención, motivación y autorregulación (Montague, 2007). Estas medidas facilitarán la adhesión a la intervención y el aprovechamiento de las sesiones.
7. Individualización
Para lograr una intervención verdaderamente intensiva, que sea capaz de ayudar al alumnado con dificultades graves y severas, resultará esencial la individualización de la misma. Para ello, recurriremos a la Individualización basada en datos (Data based individualization o DBI por sus siglas en inglés), que parte de los progresos reales del alumno durante la intervención para la implementación de cambios que ajusten la intervención a sus necesidades. Para tomar esas medidas, el programa de intervención deberá incluir un sistema de monitorización del progreso que permita determinar, sesión a sesión, los efectos que produce en el desempeño del alumno y facilite la consecuente toma de decisiones. Para más información a este respecto, recomendamos la lectura de la entrada anterior.
Valoración de la intervención en base a los siete dominios
Para calcular la idoneidad de una intervención determinada, Fuchs y colaboradores puntúan de 0 a 3 cada una de las dimensiones presentadas. De esta forma, para cada dimensión se otorga una puntuación de 0 si la intervención no la aborda, 1 si la aborda mínimamente, 2 si lo hace de forma moderada y 3 si lo aborda adecuadamente. Evaluando de esta manera distintas intervenciones, podremos seleccionar aquellas con mayor intensidad de la intervención o determinar si la intervención diseñada es eficaz.
Una vez calculadas estas puntuaciones, los autores proponen completar un documento de intervención para cada alumno, que refleje la intervención escogida/diseñada y sus características, así como los ajustes realizados durante la aplicación de la misma.
Como muestra de este proceso, dejamos un documento de intervención ficticio que refleja la valoración y ajustes realizados en la intervención de un alumno. Se ha añadido una justificación en cada dominio para ejemplificar la selección, aunque los autores no contemplan la necesidad de reflejar en la tabla dichas justificaciones, al tratarse de un documento de uso personal por parte de los profesionales de educación especial, con fines meramente organizativos.
En ella se valora el programa de alfabetización PANDA (Programa de Alfabetización para Niños con Dificultades de Aprendizaje), creado por Julián Palazón y Marina López (2024). Este programa aborda la alfabetización del alumnado en varias líneas de actuación, las líneas 1 y 2 dirigidas a la alfabetización en grupo clase en primaria y el refuerzo en pequeño grupo para aquellos alumnos que van quedando atrás, la línea 3 dirigida a la intervención específica e individual para alumnos con necesidades educativas especiales y la Línea 4 dirigida a la preparación en Educación Infantil. En este documento de intervención valoramos la tercera línea de actuación.
Referencias bibliográficas
Fuchs, L. S., Fuchs, D., & Malone, A. S. (2017). The taxonomy of intervention intensity. Teaching Exceptional Children, 50(1), 35-43.
López, J. P., & López, M. L. (2024). Diseño de un programa de intervención para la alfabetización de niños con discapacidad intelectual. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology., 2(1), 59-79.
Montague, M. (2007). Self–regulation and mathematics instruction. Learning Disabilities Research & Practice, 22(1), 75-83.
O'Connor, R. E., & Fuchs, L. S. (2013). Responsiveness to intervention in the elementary grades: Implications for early childhood education. In V. Buysse, E. Peisner-Feinberg, & J. Cantler (Eds.), Handbook of response to intervention (RTI) in early childhood education (pp. 41-56). Baltimore, MD: Brookes.
